martes, 3 de abril de 2007

LUNES Y MARTES SANTO



-Pasan dos minutos de las tres de la mañana de este ya Miercoles Santo. No consigo dormir.





-El Lunes Santo pasó, como tenía que pasar. Lo mismo de siempre, que siempre es distinto, vivido desde otro lugar.


Paseo grande al de la túnica blanca. En su línea. Ascendente.


Superados facilmente los problemas que causó el olivo, montado con toda la buena fe del mundo. Un beso a Dani y a Manolito. No pasa nada.





-El Martes Santo que podría ser para olvidarlo, no lo olvidaré jamás. He coincidido con mi amigo Basilio, en que hoy ha pasado algo. No sabemos qué.





Pasado el cruce de la Juncal, cuando empezaba a chispear, nos ordenan dar la vuelta y volver a la Iglesia. La lluvia fue aumenatndo y en la calle Afán de Ribera, el Cristo del Desamparo y Abandono (que nunca fue ni desamparado ni abandonado) recibía del cielo una monumental tromba de agua. No es justo. Me quito el sombrero con la cuadrilla. De categoría. Elegantes hasta en los peores momentos. Obedientes como ellos solos.





Pero hoy, en las calles de Cerro del Aguila, ese barrio retirado del centro, al que dan de lado muchos puristas de nuestra Semana Santa, he sentido cosas inexplicables.


Quizas haya sido ver como chorreaba el agua a borbotones por lo pies del Cristo del Cerro, o por los aplausos del barrio, o por sentir como amigos lloraban de rabia detras mía, no lo se...





-Hoy Martes Santo, he visto como un hombre, de 59 años, con mas de treinta años en esto, me daba otra lección. De las muchas que me da cada día. He visto como entre cables, arboles, bulla, jaleo, 100 hombres tocando, coches aparcados, y un monumental aguacero, mi padre mandaba un paso de nueve trabajaderas llorando. Hoy hemos llorado los dos. Y a él, casi no se le ha notado.





-Al menos tuve tiempo de levantar el paso en la calle Aragón, recordando a una mujer que fallecio la pasada primavera. Vivió en esa misma casa muchos años. Y en esa misma casa dio a luz a mi madre. Sus hijas siguen viviendo la cofradía allí. En la puerta de aquella humilde casa. Mi abuela se llamaba Angelita y tres de sus nietos vamos los Martes Santos en la cofradía.





-Por ella, y por cosas que no se explicar, hoy amigo Basilio, yo tambien me siento mas del Cerro que la velá de Septiembre.









Por mas vueltas que le doy, no me queda mas remedio que seguir siendo quien soy.

1 comentario:

Anónimo dijo...

HASTA MOJAO, HAY QUE SER ELEGANTE, OLE TU PACO, OLE TU!!!